domingo, 28 de junio de 2009

Mujeres fuera de serie (tercera parte)

Hace algunas semanas terminó la segunda temporada de Dexter en Chile (Fox), aunque en Estados Unidos ya van por la cuarta temporada. Para los que no conocen la serie, Dexter Morgan es un asesino en serie que –paradojalmente– trabaja para la policía de Miami como analista forense especialista en rastros de sangre. La causa de su sicopatía proviene de su niñez, cuando, a los tres años, presenció el sangriento asesinato de su madre y donde él mismo quedó bañado en sangre. Luego, fue adoptado por el oficial de policía Harry Morgan, que al poco tiempo detectó estas tendencias sicopáticas en su hijo adoptivo y decidió ayudarlo a canalizarlas de forma constructiva: matar a quienes lo merecían, asesinos y otros criminales que habían escapado de la justicia. Asimismo, le enseñó todas las técnicas policiales para no dejar rastros de sus ajusticiamientos.

Éste es entonces el personaje de Dexter, el que, sin embargo, tiene tan profundamente escondida su vida secreta que parece un tipo bastante normal y que incluso es llamado “el asesino encantador”. Pero sus instintos asesinos no son el único tornillo que tiene suelto. Además, Dexter era indiferente a las relaciones amorosas y –como nos enteraríamos después– relativamente incapaz de sostener una, hasta que en su vida apareció Rita.

Rita Bennett era una mujer casi tan disfuncional como Dexter en lo que a relaciones amorosas se refiere, ya que arrastraba un matrimonio en el que era abusada por su marido. Él fue encarcelado, quedando ella sola a cargo de sus dos hijos. Así, entonces, Rita se convierte en la pareja perfecta para un Dexter que necesita aparentar una vida normal y ambos comienzan una relación que, a primeras luces, a todos nos parece absolutamente nociva e inconducente, especialmente al ver episodios en que Dexter agradece mentalmente que el sexo no sea un requisito de la relación. Él, con todos sus traumas, evidentemente tiene serias dificultades para intimar con una mujer.

Pero esta mujer de duro carácter esconde una joyita debajo de ese caparazón. Poco a poco Rita va dejando atrás su doloroso pasado y va transformándose en una gran compañera para Dexter, pero sin llegar a enterarse en ningún momento de su sicopático secreto. Gracias a ella, él también comienza a creer en la relación, se encariña con sus hijos y después, incluso, comienza a motivarse por ser una “mejor persona”. Eventualmente, somos testigos de cómo Dexter y Rita consuman su cariño –no me atrevo a llamarlo amor–, pese a todos sus traumas.

La actriz Julie Benz interpreta magistralmente a Rita, un personaje que a mi juicio es sumamente difícil, ya que debe soportar toda su propia carga emocional, los abusos pasados, la crianza de dos hijos con un marido encarcelado y, como si todo eso fuera poco, hacerse cargo del cariño disfuncional de Dexter. El gran mérito de la actriz es que incluso en esos momentos más adversos uno siente a Rita como una mujer frágil, pero interesante, para ir transformándola poco a poco en una mujer que está en control de su vida, que no pierde el sentido de la realidad, capaz de volver a enamorarse y también lo suficientemente fuerte para tomar decisiones difíciles. Esta nueva Rita es una mujer tremendamente atractiva y, sin duda, fuera de serie.


Pero no todo es miel sobre hojuelas en la relación de Dexter con esta nueva Rita, ya que descubre que él fue el culpable de que su marido, aparentemente rehabilitado, fuera a parar nuevamente a la cárcel por consumir drogas. No es que tuviera intenciones de volver con él, pero después de todo esperaba que sus hijos pudieran verlo sanamente. Para no hacer confesiones mayores, Dexter se ve obligado a decirle que las drogas eran suyas, que él mismo es un consumidor y se compromete a ingresar a un tratamiento de rehabilitación. Pese a todo ello, la relación sigue bien encaminada hasta que él conoce a Lila en el programa de Narcóticos Anónimos.

Lila es artista y es guapísima, pero también es absolutamente sicótica. Aparentemente este rasgo en común con Dexter le permite darse cuenta que en él hay algo oculto, algo que los hace ser “almas gemelas” y se obsesiona con él. Para acercarse a Dexter, al principio no muy interesado en ella, se ofrece a ser su tutora en el tratamiento de rehabilitación. Él va percatándose que Lila tiene ciertos oscuros rasgos de personalidad que los hacen ser compatibles y se van identificando mutuamente. Se multiplican los momentos que pasan solos y comienza a surgir una evidente tensión sexual entre ellos, que más adelante consumarán sin pudores. ¡Bien por Dexter que ya no tiene problemas con su sexualidad!

Pero algo no cuadra. Dexter realmente quiere convertirse en una “mejor persona” y, pese a que Rita terminó con él al enterarse del affaire con Lila, siente que Lila sólo siente atracción por los rasgos disfuncionales de su personalidad, que se los exacerba y que lo está arrastrando nuevamente a ser algo que él no quiere ser. Por esto, Dexter termina su efímera relación con Lila, que, por supuesto, no se lo toma muy bien, da rienda suelta a toda su locura y llega incluso a intentar matar a Dexter.


Finalmente, dentro de todo su acoso, Lila descubre que Dexter es este asesino en serie al encontrar a un tipo que él mantenía prisionero (en una situación completamente distinta a su modus operandi). Pero en toda su locura, decide protegerlo, matando dramáticamente, ella misma, a este prisionero, y luego escapando sin que Dexter ni nadie más la volviera a ver.

Lila Tournay, interpretada por la actriz Jamie Murray (hija de Bill Murray), aunque es un personaje transitorio en la historia, deja su huella y creo que los seguidores de la serie la extrañaremos de cierta bizarra manera, por esa extravagante combinación de estar tan loca como ella sola y ser, al mismo tiempo, tan tremendamente guapa.

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