domingo, 27 de septiembre de 2009

Fin de semana en Zapallar

Fue un fin de semana fuera de Santiago. Nos arrancamos de la lluvia, pero no del frío el sábado en La Ligua, donde fuimos a ver a mi sobrino José Tomás que celebraba su segundo cumpleaños (en la foto).

En la casa de la Sofía, mi "Sis", pudimos ver invitados de lo más heterogéneos. Estaban los amigos de mi hermana con sus críos, la familia de mi cuñado y, por mi lado de la familia, estaba la bisabuela del festejado, mi abuela, que ya tiene más de 80 años (o tendrá 90 ya?) y que todavía le quedan muchos más. De hecho su madre murió pasados los 100!! En fin, felices todos de que se animara a pegarse el pique con mi mamá desde Viña a La Ligua y en bus más encima!!

En la otra esquina de la casa estaba mi papá con su señora, configurando una de esas raras ocasiones en que las dos esposas de mi padre -la ex, Sara, mi mamá, y Loreto, la actual- estaban en el mismo lugar y al mismo tiempo. Seguramente las dos leerán esto, pero lo siento... no puedo dejar de mencionarlo ni evitar una sonrisa al recordar la situación... es que es divertido cómo se comportan los tres -papá incluido- cuando están juntas!! Y no voy a poner fotos, porque el último episodio fotográfico causó controversias...

Después del cumpleaños fuimos a Zapallar a maltratarnos. Primera parada: Hotel Isla Seca.

El hotel se saca un 7. No es muy grande, así que lo de "boutique" le queda bien puesto, además que es bastante acogedor (no como otros hoteles que parecen hospitales) gracias a espacios amplios y bien decorados con muebles antiguos/clásicos/rústicos y paredes pintadas con colores modernos. Apenas probamos la comida del hotel porque llegamos bien comidos del cumpleaños, pero a los niños les dio hambre igual. Después de unas ensaladas césar, pollo grillé con papas fritas (el plato de niños), crema de zapallos y leches asadas, puedo decir que la comida estaba harto rica, aunque fue bien simple lo que comimos. Sí debo decir que el barman guateó: el pisco sour que le preparó a la Claudia estaba bien malito.

El domingo amaneció con un día increíble, soleado, pero igual fresco. El sol nos acompañó en la larga caminata desde el hotel -en el sector norte- hasta el "árbol" y con el cielo intensamente azul pudimos disfrutar de vistas y colores espectaculares. Yo creo que hace más de 15 años que no iba a Zapallar y me dieron ganas de ir más seguido o de tener una casita allá, pero claramente 'it ain't gonna happen', porque está totalmente fuera de presupuesto (y en realidad ni siquiera conozco a alguien que tenga ese nivel de presupuesto!)

Segunda parada: El Chiringuito, para el almuerzo dominical. Por suerte pasamos por El Chringuito cuando regresábamos de la caminata y se nos ocurrió reservar una mesa, que ya no podía ser antes de las tres de la tarde. Sin ser un fin de semana especial estaba completamente lleno. Volvimos al hotel a hacer el checkout (sí, late checkout, otro poroto para el hotel) y pasamos a un redbanc porque el restaurant en cuestión solamente acepta cheques y efectivo: pesos, dólares y euros según dice un letrero en la puerta.

Y comimos. El menú fue de machas a la parmesana, deliciosas, compitiendo tal vez sólo con las del Azul Profundo; congrio frito -no lo probé-; y reineta a la plancha con mantequilla, que fue el plato que me devoré, sencillo pero muy sabroso. Los platos son abundantes, así que fue bueno el cálculo que hicimos (en realidad lo hizo mi mujer) de no pedir uno para cada uno. Un rico panqueque celestino de postre, con manjar y helado que parecían artesanales, y un café -de una variedad más bien fuerte- fueron el toque final.

Y después de un último rato al sol emprendimos el regreso al lluvioso Santiago que nos esperaba. Convengamos que este panorama no es uno que se pueda repetir muy seguido (se entiende lo de "ricos y famosos", que no somos ni lo uno ni lo otro) pero... lo pasamos shansho!!!!

viernes, 18 de septiembre de 2009

La Telaraña (Neal Stephenson)

La primera guerra del Golfo Pérsico está a punto de estallar y algo está pasando en Wapsipinicon. Clyde Banks, un ayudante del Sheriff, investiga la muerte de un estudiante universitario -supuestamente jordano-, pero descubre que el caso es mucho más complicado. Al mismo tiempo, Betsy Vandeventer, una joven analista de la CIA, revela que se están desviando fondos federales para apoyar las becas de estudiantes de veterinaria provenientes de medio oriente que realizan turbias investigaciones. Así, ambos sitúan a este pequeño pueblo de Iowa como el epicentro de la guerra biológica que Saddam Hussein quiere desplegar.

Neal Stephenson era uno de los autores de ciencia ficción que me faltaba leer, por muchos recomendado para los que gustamos de este género y "La Telaraña" fue el libro que elegí para conocerlo. Pero este libro, más que ciencia ficción, es un thriller político ambientado en 1990, en Estados Unidos, cuando comienza la Guerra del Golfo Pérsico, que plantea una espeluznante hipótesis de cómo los iraquíes se han infiltrado en una universidad de Iowa y están produciendo -en territorio estadounidense- la toxina que le permitirá a Saddam Hussein ganar la guerra utilizando armas biológicas de destrucción masiva.

Para ser considerado un thriller, no es realmente un libro apasionante. No es de esos libros que comienzas a leer y no puedes soltar hasta terminarlo. Creo que el autor abusa un poco de la paciencia del lector con descripciones irrelevantes o historias que apenas sirven para introducir algún episodio en particular. Pero la historia está bien hilvanada y, si uno se abstrae de esos textos innecesarios, puede acompañar a Clyde Banks en sus investigaciones e ir conectando las pistas con él. Sin embargo, llega un momento en que este sencillo y bonachón ayudante del Sheriff te sorprende y dices "wow! cómo es que conectó todas esas pistas y las convirtió en esta teoría tan alambicada?"

Mientras la historia de Clyde sirve para desemascarar a los infiltrados iraquíes y sus planes, la historia paralela de Betsy Vandeventer ofrece un relato del retorcido e ineficiente funcionamiento de la CIA, dominado por la burocracia y las ambiciones políticas de unos pocos. Tal como dice un funcionario de la CIA: "Resulta asombrosa la capacidad de organización heroica que sabe demostrar nuestro Gobierno... siempre y cuando estés dispuesto a esperar a que sea demasiado tarde."

Es un libro de 430 páginas cuya lectura recién se justifica en las últimas 50 y si éste fuera el típico libro de Stephenson dudaría en leer otro, pero según he averiguado, no es así. Ahora tengo los tres tomos de la serie Criptonomicón y espero llevarme una grata sorpresa cuando los lea. Ya les contaré...

domingo, 6 de septiembre de 2009

Hombres v/s mujeres (o niños v/s niñas)

Es la eterna guerra de los sexos...

Y ya desde chiquititos podemos verla, por ejemplo, en el sexto cumpleaños de mi hija menor que celebramos hace algunos días. Tuvimos una tropa de cabros chicos corriendo toda la tarde, pero por suerte ahora existen los animadores de cumpleaños (y los nuestros son super buenos, les agotan todas las pilas, puedo dar el dato), así que en vez de dedicarme a entretener a los niños pude tomarles muchas fotos y observarlos jugar.

Hubo un momento en que los animadores organizaron a los niños en un grupo y las niñas en otro para jugar a tirar la herradura. Las niñas no pusieron muy buena cara. Por sus cabezas debe haber pasado algo así como "para qué vamos a tirar la herradura si podemos seguir jugando a la ronda, bailando y cantando?" Ya en la fila, esperando su turno se rascaban la cabeza y miraban distraídas a cualquier parte en vez de fijarse en la compañera que estaba lanzando. Estaban tan dispersas que ni siquiera les pude tomar una buena foto!

Los niños, en cambio, mostraron todo su espíritu competitivo y trabajo en equipo. "Tenemos que ganarles a las niñas" deben haber pensado todos casi al mismo tiempo. La foto habla por sí sola: Actitud deportiva. Todos compenetrados con un mismo objetivo. Compañerismo a toda prueba.

Ganaron las niñas.

Y para entretenernos un poco más con esta batalla de los sexos, El Mercurio publicó hoy dos artículos sobre el tema. Uno habla sobre los hábitos de consumo de hombres y mujeres y el otro resume sus diferencias desde una perspectiva darwiniana. Veamos:
  • Ellas deciden las compras que tienen que ver con el hogar y los niños. Nosotros, sobre los artículos tecnológicos.
  • Las mujeres compran zapatos, perfumes, cremas y maquillaje. Los hombres compramos plasmas, ipods, computadores, música y vinos.
  • Para ellas vitrinear es entretenido. Sin comentarios.
Ahora sepamos cuáles son las ocho diferencias clave entre hombres y mujeres que plantea el darwinismo:
  • Las niñas de un día optan por mirar una cara humana. Los niños de un día de vida prefieren un móvil mecánico (bueno, a menos que al frente tengamos a la Angelina Jolie, por ejemplo).
  • Los juegos de las niñas son cooperativos y suelen terminar en un consenso, en cambio, los juegos de los hombres son competitivos, con relevancia de las reglas y con ganadores (obvio!).
  • Las mujeres son moderadas, balanceadas y adversas al riesgo. Los hombres somos ambiciosos, buscadores de status, enfocados a una tarea, arriesgados, agresivos, exhibicionistas, empeñados en ser primeros, grandes y mejores (así cualquiera diría que somos unos brutos animales en la selva, cosa que no es cierta... nop... cierto que no? :-s)
  • Ellas se especializan en cuidar a su prole. Ellos se especializan en competir por tener parejas (quién inventó la monogamia? fue una mujer, cierto?)
  • Las mujeres son más discriminantes en lo sexual. Los hombres somos más promiscuos e invertimos nuestra energía en ser los más grandes, brillantes y estridentes (ojo, dice 'más promiscuos', si ellas no son tan santurronas tampoco).
  • Ellas sienten más celos por las emociones y el compromiso que él pueda tener con otra. Nosotros sentimos más celos si pensamos que ella tuvo sexo con otro (yo no soy celoso, ja!)
  • Las mujeres se inclinan por los recursos: prospectos financieros, estatus, ambición (interesadas!) Los hombres nos inclinamos por la juventud y la belleza, que son signos de fertilidad (o sea, de la fertilidad igual hay que cuidarse, pero a las jovencitas lindas no les vamos a hacer el quite).
En fin, así es la interminable e infinita guerra de los sexos. Lo importante es tomarla con humor. De todos modos, por el lado nuestro ya sabemos que a las mujeres no hay que entenderlas, sólo hay que quererlas. Y al igual que en el juego del cumpleaños, algún día en el futuro, las niñas ganarán.