sábado, 26 de enero de 2008

Sorprendentes Helados

Y me dieron una excelente sorpresa con estos helados...

No recuerdo el nombre de la heladería, pero está en el Patio Bellavista, justo en la entrada por el lado de Constitución. Gente que ha ido más de una vez me contó que una de las gracias es que los sabores son rotativos, o sea que no siempre se encuentran los mismos. Y, por otro lado, se pueden encontrar sabores novedosos como choclo o tomate con rúcula.

Yo, personalmente, fui más bien tradicional y probé chocolate con marrón glacé. Absolutamente deliciosos. Totalmente recomendable, ya sea para fanáticos de los helados o para los simples "tomadores de verano".

Hors de Prix

Alguien gusta del cine francés? Bien, pues Hors de Prix es una comedia romántica muy en el estilo del cine francés. Se trata de Irene, una joven mujer cuyo "trabajo" es conquistar y enamorar a viejos ricachones, separados o viudos -no importa-, pero que estén dispuestos a financiar todos los lujos que ella pueda desear.


Pero toda la lujosa vida de Irene comienza a tambalear cuando se encuentra con Jean, un empleado del hotel donde ella se aloja, y lo confunde con un ricachón, pero que además en esta ocasión resulta ser un jovencito. Rápidamente, la película toma un rumbo inesperado -pero no es una gran vuelta del libreto- y de ahí en adelante la película se desarrolla en forma bastante entretenida, aunque el final igual es un poco evidente.


Sorprende gratamente ver a Audrey Tautou en el papel de una mujer glamorosa y aprovechadora, totalmente opuesto a su clásica Amélie Poulain, incluso llega a verse toda una femme fatale vestida en Chanel, a pesar de sus egoístas curvas. Su co-protagonista también despliega una excelente actuación y entre los dos desarrollan una excelente química en pantalla.
En resumen, una película entretenida para ir a ver en pareja. Si no la ven, no se pierden nada, pero si les gusta el cine francés, vale la pena ir a verla.

jueves, 17 de enero de 2008

Una reflexión

En mi primer post dije que en este blog hablaría de todo lo que deleitara mis sentidos, pero claramente me he inclinado mucho a hablar de comida. Bueno, claramente, para mi la comida es uno de los mayores placeres, pero por qué será?

La verdad es que la respuesta que me di a mi mismo fue bastante simple: comer no es solo engullir alimentos, sino que es toda una experiencia que involucra los cinco sentidos. Cómo, se preguntarán algunos? Está claro que el sabor, el olfato y la vista participan, pero el tacto y el oído son más rebuscados.

Pensemos entonces... quién no se ha comido un italiano del Dominó, que chorrea tomate y palta en las manos? OK, tal vez no sea la mejor expresión de cómo disfrutar una comida, pero deben reconocer que es parte importante de la experiencia. Otro ejemplo: la comida india, quien haya ido al Majestic y haya comido con la mano sabe que la comida india tiene mejor sabor cuando se la come como lo hacen en la misma India. Y por último! Los que disfrutamos de la comida japonesa (la china también sirve para estos efectos) sabemos que no es lo mismo comerla con unos palitos lisos que con unos ásperos.

El oído... Esta es más difícil dirán... pero desafío a los incrédulos a comer una crujiente baguette calentita y con mantequilla derretida. No es lo mismo si la baguette no cruje, si no se oye el sonido del pan crujiendo al morderlo.

Ahora ya lo saben, creo que la comida deleita mis cinco sentidos y más... pero espero poder matizar los posteos con algo distinto a comida con la mayor frecuencia posible.

Ahora me pregunto, hay algo más que deleite mis cinco sentidos y más?? Claro que sí!!! Pero supongo que "eso" merece otro blog exclusivo, jaja!

;-)

Nos vemos en algún restaurant!

miércoles, 9 de enero de 2008

Cuento: La Reunión

Originalmente no era mi intención publicar mis cuentos en este blog, en realidad escribo cuentos con muy poca frecuencia, pero mi mujer me dijo que el último le había gustado mucho y que debía publicarlo. Pues bien, acá está.

LA REUNION

Ella estaba en su oficina, repasando en voz alta el argumento que daría al juez, cuando la recepcionista abrió la puerta y la interrumpió para avisarle que había llegado su cita de las 18 horas. Ella mantuvo un tono cortés a pesar de la interrupción y le pidió que hiciera pasar al cliente a la sala de reuniones.

Antes de dirigirse a la reunión fue al tocador, ya que le gustaba lucir impecable cuando recibía clientes, pero con éste se preocupaba más que con cualquier otro. No recordaba con exactitud hace cuántos años lo conocía, pero su empresa había sido un muy buen cliente por muchos años. Se acomodó el cabello, se pintó un poco los labios en ese color rojo oscuro que tanto le gustaba y se puso unas gotas más de perfume en el cuello. Cuando estuvo lista, pasó por su escritorio a recoger la carpeta con los antecedentes del caso y se dirigió con paso firme a la sala de reuniones. Apenas entró vio al hombre que la esperaba, él se levantó de la silla y se saludaron cariñosamente. Luego, se sentaron en lados opuestos de la mesa, quedando él con la biblioteca a su espalda.

A ella le gustaba sentarse en ese lado de la mesa, porque en momentos de tensión se relajaba contemplando la nutrida biblioteca. Le fascinaba esa biblioteca porque era de muro a muro y estaba llena de libros de distintos colores y tamaños, algunos nuevos y otros desgastados por el uso, pero casi todos relacionados con su trabajo. A su derecha, había una gran ventana y desde ese lugar tenía el mejor ángulo para ver el verde parque que se extendía fuera del edificio. En el lado opuesto a la ventana, había un sofá color crema coronado por un gran cuadro que completaba la sobria decoración de la sala.

Comenzaron a discutir el caso, que era bastante complicado porque los empleados que habían estafado a la empresa habían usado un método muy sutil y difícil de probar. Los papeles se fueron desordenando sobre la mesa y llegó un momento en que él ya no pudo seguir el hilo de los argumentos, que incluían un sinnúmero de palabras y conceptos legales no muy familiares para él. Ella le explicó lo mejor que pudo, pero ya era tarde y había sido un día largo y agotador. En realidad, él ya no tenía muchas ganas de concentrarse. La abogada se dio cuenta y le ofreció prestarle un libro donde marcaría todos los conceptos importantes para que pudiera estudiarlos en otro momento con más tranquilidad.

Por supuesto que el libro en cuestión estaba en la biblioteca, en una de las repisas más altas, como se daría cuenta ella tras buscarlo desde su silla por unos instantes. Cuando lo vio hizo un gesto de aprobación, le apuntó con el dedo, se levantó y rodeó la mesa caminando. Sabía que era un libro grande y bastante pesado, pero confió que con sus tacos altos lo alcanzaría sin problemas. Cuando llegó a la biblioteca, se estiró lo más que pudo y lo alcanzó con los dedos. El hombre ya se había puesto de pie para ayudarla, cuando ella perdió el equilibrio y el libro cayó pesada y ruidosamente al suelo. El la tomó por la cintura y consiguió evitar que ella también terminara en el suelo, pero la situación fue un poco incómoda, ella se avergonzó y cerró los ojos con la esperanza de que nadie más en la oficina se hubiese dado cuenta.

Cuando abrió los ojos un segundo después, se encontró con la intensa mirada de su cliente y, sin poder dejar de mirarlo a los ojos, se volvió a poner en pie, pero él la seguía sosteniendo de la cintura. Todavía un poco avergonzada y nerviosa puso sus manos sobre las de él con la intención de soltarse, pero al contrario de lo que esperaba sintió cómo el hombre se le acercaba acorralándola de espaldas contra la biblioteca. Ella volvió a cerrar los ojos, lo último que vio fue el rostro de su cliente muy cerca. Se dejó llevar, se concentró en las manos que la apretaban por la cintura y sintió un leve roce en sus labios. Respondió el beso con pasión y luego sintió cómo la boca de su cliente le besaba el cuello y se iba abriendo paso por su escote mientras le abría los botones de la blusa.

De pronto recordó que estaban en la sala de reuniones de su oficina y que alguien podría verlos. Su cuerpo se tensó por un instante, pero pensó que ya era tarde y que seguramente todos se habrían ido. Volvió a relajarse, sintió las manos del hombre ahora acariciando sus piernas, subiendo su falda y los mismos labios tibios que antes habían besado su boca ahora, calientes, besaban sus muslos. Era tanta su excitación que no se dio cuenta cuándo él le sacó la ropa interior. Sólo se percató cuando él se puso de pie y, mientras volvía a besarla en la boca, con una de sus manos le acariciaba entre las piernas. Así, cedió finalmente al deseo, le sacó el cinturón y abrió su pantalón.

Sintieron pasos justo fuera de la sala de reuniones. Por una rendija, ella pudo ver una sombra. Se había detenido frente a la puerta… Unos segundos después continuó su camino.
Pero a ellos no les importó, porque ahí, contra la biblioteca, hicieron el amor.

Era lo más emocionante que ella había hecho en mucho tiempo. Pensó en los comentarios de sus amigas si les contaba su aventura. Seguramente le dirían, muertas de envidia, que era un loca, lo que la hizo sonreír con satisfacción. Esa satisfacción, en todo caso, no se comparaba con la sensación que tenía después de haber hecho el amor con ese hombre y en ese lugar. Ahora yacían en el sofá, con sus cuerpos semidesnudos, calientes y totalmente relajados. Ella estaba recostada sobre él, que la mantenía abrazada por la espalda y seguía besándola en los hombros y cuello. Sus labios ya no estaban pintados, su pelo estaba desordenado ─ya no le importaba─, pero las gotas de perfume que se había puesto todavía se dejaban sentir intensamente. Instintivamente, miró su reloj e inmediatamente deseó no haberlo hecho. Le dijo al hombre:

─Mi amor, es tarde, tenemos que ir a la casa a buscar a los niños, recuerda que les prometimos llevarlos hoy a cenar sushi.

Le Fournil: Un Clásico

Anoche, mi mujer y yo queríamos salir a conversar, tomarnos un traguito y comer algo rico, pero liviano. La decisión fue bastante rápida y nos fuimos a Le Fournil de Vitacura, que además de todo lo bueno que tiene, nos queda cerca de la casa.

Es un lugar super agradable para el panorama que describí, siempre hay gente pero nunca está totalmente lleno, así que uno puede llegar confiado en que encontrará mesa. El ambiente no es ruidoso, así que se puede conversar tranquilamente, pero tampoco es tan silencioso como para que puedas enterarte de los temas de cada mesa alrededor.

El bar de Le Fournil en general es bastante bueno, de lo que yo he probado, les puedo recomendar el Kir Royal, Pisco Sour y Jerez Sour (y yo soy super mañoso con el pisco sour), pero sin duda lo destacado de Le Fournil está dado por algunos de sus platos y picoteos.
Las tablas son entretenidas, a mi me gusta especialmente la que es mitad quesos y mitad embutidos, pero si de picoteo hablamos, creo que lo mejor es el plato con tres tipos de paté acompañados de una amplia variedad de panes de la casa. Anoche comí unos bastones de ave marinados y también me gustaron bastante.

Otro destacado son, sin duda, los sándwich gourmet, el que más les tinque será la opción correcta, son todos buenos. Y no sólo los gourmet valen la pena, la hamburguesa también es deliciosa, pero es para estómagos un poco más grandes.

En materia de postres, yo soy de una sola línea: mousse de chocolate, que simplemente es de los mejores de Santiago (y he probado muchos), aunque los helados artesanales son muy ricos también.

Le Fournil de Vitacura está en Vitacura 3841, en el paseo El Mañío y frente a Lo Castillo. Teléfono: 2280219

lunes, 7 de enero de 2008

Riesgo Calculado

El fin de semana estuve internado en la clínica (nada grave en realidad), pero al menos me sirvió para terminar -un poco a la fuerza- un libro que no me estaba entreteniendo mucho: "Riesgo Calculado" de Katherine Neville.
Katherine Neville es la autora del librazo que es "El Ocho" y del honorable sucesor llamado "El Círculo Mágico" (aunque no están relacionados). Probablemente ha escrito otras cosas, pero estos son los que yo he leído. En fin, con estos antecedentes, cuando vi "Riesgo Calculado" en la repisa de una librería, casi olvidado y algo polvoriento, lo tomé sin dudarlo, pero luego me di cuenta que era un libro escrito antes de los otros que ya nombré. Igual me atreví...
Desde el comienzo me pareció que el libro pertenecía a una fase bien inicial en el desarrollo del estilo de narrar de la autora, pero eso no es nada tan terrible y, de hecho, la trama es buena. está bien pensada y el final está bien armado. No es muy sorpresivo, porque uno como que espera que pase algo así, solo que no sabe exactamente cómo. Lo que hace fome al libro es que, al estar publicado en 1992 y hablar de la tecnología de punta utilizada en los sistemas informáticos bancarios, parece que estuviéramos leyendo un libro de prehistoria.
Y este tema no es nada menor, porque la protagonista es una experta en seguridad de sistemas informáticos bancarios y es la mujer que ha alcanzado el puesto ejecutivo más alto dentro de un banco en todo el mundo. Ella, un poco aburrida de su trabajo y de los personajes que la rodean en la industria bancaria, decide llevar adelante un "proyecto" para probar que la seguridad de los sistemas es un fiasco.
En resumen, es un libro que hace 15 años atrás seguramente me lo habría devorado. Ahora, tuve que aprovechar que estaba internado en la clínica para terminarlo. Es bueno, pero ahora resulta un poco extemporáneo. Si quieren leer algo de esta autora, definitivamente recomiendo "El Ocho".