lunes, 9 de marzo de 2009

Muñeca Brava

Me encanta el Muñeca Brava. Punto.

El viernes recién pasado fuimos con una pareja de amigos acompañando a un amigo nuestro y una amiga de ellos a una especie de cita a ciegas -que en realidad no era tan ciega- y la elección de restaurant fue perfecta. La cita? Tendremos que esperar un poco para saber cómo termina eso.

El Muñeca Brava me gusta porque no es un restaurant ni es un bar. Tampoco lo calificaría de restobar o de lounge. Al menos para mi, define una categoría propia. Tiene una ambientación basada en el cine clásico, pero no en películas específicas, sino que te hace sentir que estás dentro de un set de filmación de una película antigua. Tanto así, que alguna vez me tocó ver ahí la filmación de alguna escena de teleserie y también lo he reconocido en algún comercial de televisión. Entretenidas son las mesas que van por el contorno del local, en el primer piso, que simulan el comedor de un tren antiguo. Al centro, una barra imponente coronada por la torre de botellas de los más diversos tragos. Al fondo, la cocina semi-abierta le da un toque especial porque, si te sientas cerca, puedes ver cómo se mueven los maestros de cocina, cómo se preparan los ingredientes y cómo salen los platos finalmente.

El Muñeca Brava me gusta porque aplica para toda ocasión. Puedes almorzar el menú que presenta una excelente relación precio-calidad. Puedes ir en la tarde, no muy temprano, a tomarte unos tragos con los amigos (pero no a precio de happy hour). O puedes ir en la noche a comer relajadamente, pero también puedes ir en plan de negocios si es que no se requiere un ambiente muy formal.

Esa noche en particular, probamos de todo un poco: tragos tradicionales como un gin con gin, champaña o cerveza y otros más elaborados, como un pisco sour, jerez sour o un martini. Todos sacaron buena nota. No pedimos vino esta vez, pero la carta del Muñeca Brava es bastante abundante y variada, así que siempre se encuentra la botella perfecta para la ocasión.

En cuanto a la comida, pedimos para compartir. Ordenamos primero unas puntillas de filete, que es un disco con trocitos de filete, pollo y camarón salteados, con guarniciones de arroz y guacamole. Delicioso. Como no fue suficiente para todos (éramos 6 comensales), pedimos unas "Fajitas de Frida y Diego", plato que viene presentado casi igual que el disco anterior, pero agregando cebolla, queso y las tortillas, obviamente, más las guarniciones de arroz y guacamole también. Muy bueno!

Y, finalmente, nos atrevimos a innovar un poco en el postre. Habitualmente yo pedía el tiramisú, pero cambié por la torta de chocolate ("torta del gordo" creo que se llamaba) y resultó una excelente decisión, estaba exquisita.

Fue una velada redonda. Llegamos como a las 9 de la noche y nos fuimos casi a las 2 de la mañana. Nos atendieron bien (una chica simpática y sonriente de nombre Daniela), comimos y tomamos rico, al pagar la cuenta nos hicieron el descuento del Club de Lectores de El Mercurio (que siempre es muy bienvenido) y, al irnos, caminamos dos pasos para tomar el auto, porque el Muñeca Brava tiene estacionamiento propio -aunque no muy grande- que se agradece en Bellavista.