jueves, 27 de marzo de 2008

Parque Cousiño en Lota


El fin de semana largo que acaba de pasar (semana santa) fui con mi familia al sur, a Concepción, a casa de mi cuñado Claudio. El viernes hicimos un paseo totalmente inesperado. Claudio sugirió ir al Parque de Lota, que en realidad es el jardín de la antigua casa de los Cousiño - Goyenechea en Lota.

Fue toda una sorpresa, en una ciudad tan pobre y poco moderna como Lota, es impresionante encontrarse con un jardín-parque tan lindo, sofisticado y super bien cuidado. Además que la mezcla de paisajes es increíble, primero uno llega y entra a un bosque con una tremenda variedad de árboles, después uno pasa por un jardín de flores, hay estatuas repartidas por todas partes, después uno llega a una playa! También parte del recorrido es por una pequeña península donde hay un faro y miradores donde se pueden apreciar los contrastes entre el sol radiante pegando sobre el mar y las sombras de los árboles en el bosque. Por suerte nos tocó un día de sol absoluto, con cielo totalmente azul y mucho viento, que alivió el calor.

Es un paseo totalmente recomendable y notables son también algunos de los pintorescos paisajes de la ciudad. Como dije, es una ciudad bastante pobre, pero notable es la iglesia, mantenida en perfecto estado (por fuera al menos, no entré) y los clásicos conjuntos de casas de dos pisos, donde solían vivir los mineros.



martes, 25 de marzo de 2008

Las cinco fuerzas competitivas que le dan forma a la estrategia


Nuevamente voy con el número de enero de la Harvard Business Review. Este es otro excelente artículo.


Esta vez nuestro conocido Michael Porter nos da una versión "reloaded" año 2008 de su modelo de las 5 fuerzas. Es curioso, no sé si será por la experiencia acumulada después de la U, pero quedé con la sensación de que este artículo fue más y mejor que todo lo que había estudiado hasta ahora sobre este modelo.


Nuevamente, si uno de tus temas es la planificación estratégica, consíguete la revista y lee este artículo y el otro que recomendé en mi post anterior.


Dominar el sistema de gestión


Estoy un poco atrasado con la lectura. Tengo un libro que empecé en las vacaciones, que no he podido terminar y acabo de terminar la HBR de enero.

El de enero es un número especial, dedicado al Liderazgo y Estrategia, donde los más conocidos expertos en la materia nos hacen un resumen, actualizado al 2008, de cosas que alguna vez estudiamos.

Así entonces, hay un excelente artículo para recomendar a los que se interesan en planificación estratégica y control de gestión. Se llama "Dominar el sistema de gestión" escrito por los notables Robert S. Kaplan y David P. Norton.

En el artículo, los autores plantean que la ejecución exitosa de la estrategia tiene dos reglas básicas: comprender el ciclo de gestión que vincula la estrategia con las operaciones y saber qué herramientas aplicar para cada fase del ciclo.

lunes, 10 de marzo de 2008

Graduación del Diplomado

Se me había olvidado publicar esto. El año pasado hice un Diplomado en Logística Estratégica en la U. de Chile y en diciembre fue la graduación. La ceremonia fue simpática, nada de emocionante como pudo haber sido la licenciatura de 4° medio o la titulación de ingeniero, pero tuve una grata sorpresa: fui el mejor alumno :-)

Acá está el link de la publicación: http://www.facea.uchile.cl/uchile.portal?_nfpb=true&_pageLabel=not&url=44304




miércoles, 5 de marzo de 2008

Cuarta y última parada: Emilio

No conocía el Emilio, había escuchado pocos comentarios, pero disímiles: unos hablaban muy bien y otros muy mal. Creo que me voy a quedar con el grupo de los que hablaban bien.

El lugar destaca primero por su estética. Un ambiente y decoraciones muy cuidados, novedosos y atractivos. Se agradece la gran altura interior que ayuda a sentirse muy grato en un ambiente tan amplio, que compensa la poca separación entre mesas que, de pronto, puede resultar incómoda.

Los aperitivos abrieron los fuegos de la noche, pisco sour para la mayoría (hubo quienes se repitieron), kir royal (muy cargado al cassis) y yo, personalmente, preferí un jerez sour en vez del tradicional pisco sour. Acompañamos con un tártaro y un ceviche que desaparecieron de la mesa en un par de pestañeos, con lo cual la lectura es doble: platos muy ricos y muy pequeños.

De fondo hubo tres elecciones: un magret y confit de pato, y me falla la memoria con los otros platos. Sé que uno se trataba de unos fettuccini con alguna salsa de mariscos y que llevaba también unas almejas bebé. El tercero era un pescado que por primera vez oía nombrar, originario de la isla de Juan Fernández, de sabor un poco más fuerte que los pescados que conocemos habitualmente.

No probé de los otros platos (como muchas veces hago), así que voy a ir directo al pato. El plato combinaba tres tipo de preparación, cada una con sabor y textura diferentes, todos un placer para el paladar. Todo esto acompañado por un risotto con albahaca y algunas otras hierbas. El plato me pareció fantástico y definitivamente lo comería de nuevo.

El vino nuevamente fue la estrella de la noche, un ensamblage Tamaya, 50% cabernet sauvignon, 25% carmenere y 25% syrah. Unico, todos tuvieron expresiones de deleite al probarlo.

El capítulo de los postres también aprobó con honores. Yo comí un "ópera de chocolate" que también lo repetiría en el futuro.

Lamentablemente, no creo que vuelva muy pronto al Emilio. ¿Por qué? Lo encontré caro, muy caro, ridículamente caro. No sé si alguna vez antes había pagado una cuenta de esa magnitud. Si yo, por ejemplo, quisiera una cena parecida iría a la Maison de France, donde puedo comer tanto o más rico por un precio bastante más razonable. Entonces, si alguien se decide a ir, que vaya con harto cupo en la tarjeta de crédito.

Tercera parada: Prego

Esta vez fue un almuerzo de negocios, con nuestro principal cliente. Los invitamos al Prego, que está a los pies del edificio donde están sus oficinas y por suerte, a pesar de tenerlo tan cerca, no lo frecuentaban.

A mi me encanta la comida italiana, he probado en varios lugares, pero esta vez no quedé 100% contento, creo que me equivoqué al pedir. Pero vamos por parte.

Lo primero que comimos fue un plato para compartir, creo que se llama "tabla de mar" que es un gran plato con varios frutos del mar. Yo me limité a probar los camarones, bañados en una salsa levemente picante, y diría que estaban buenos, pero no espectaculares.

Después los platos de fondo. Yo pedí un plato de "tortellini al mascarpone" que, sin estar mal, me decepcionó. La salsa tenía muy buen aspecto y sabor, pero el relleno de la pasta me dejó con la sensación de que pudo ser mejor. Los que quedaron realmente contentos fueron los que pidieron los "fettucini neri". Todo esto lo acompañamos con una botella de malbec argentino llamado Kaiken: sencillamente espectacular.

El postre logró redimir al Prego. No podía dejar de probar el clásico tiramisú, que estaba preparado a la perfección. Si no es el mejor que he probado, tampoco baja del segundo lugar. Muy contentos quedaron también los que pidieron profiteroles y mousse de chocolate.

Vale la pena destacar que la atención fue de lujo. Sin duda ayudó que llegamos a almorzar bastante temprano, antes de las 13.30, entonces fuimos atendidos por unos 4 garzones por lo menos (incluyendo a la sommelier).

En resumen, un buen restaurant, pero no para volverse fanático. En el global, la comida es buena, pero hay otros que le hacen el peso. No es barato, pero tampoco es de lo más caro. Lo mejor: el tiramisú.

Segunda parada: Azul Profundo

Del Azul Profundo había escuchado mucho y muy bueno, pero nunca había ido. Debe ser porque no soy muy fanático de la comida marina, o sea, pescados como, pero mariscos no mucho. En fin, ésta fue la oportunidad de conocerlo, ya que los amigos brasileños adoran los pescados y mariscos chilenos.


Cuento corto: el Azul Profundo se ganó todo mi respeto. No hubo aperitivo, fuimos directo al vino, un Chardonnay de Montes que se llevó muchos aplausos... las dos botellas. La primera acompañó unas machas a la parmesana que estaban mundiales, no recuerdo haber comido otras tan ricas. La otra mitad de la obertura fue un carpaccio de salmón que también estaba delicioso, pero si tengo que elegir, me quedo con las machas a la parmesana.


La segunda botella vino acompañada por una excelente recomendación del garzón. En vez de pedir un plato cada uno, nos sugirió pedir una tabla marina y una plancha de pescados (aunque no recuerdo los nombres exactos que tenían en la carta). La tabla marina era casi puro mariscos, así que yo apenas probé unos camarones, pero según los otros comensales estaba fantástica.

Yo me concentré en la plancha de pescados, que contenía 4 cortes: tiburón, tilapia, salmón y reineta, todos sobre una capa de papas al vapor con crema de espinacas. Wow. La combinación de sabores era precisa y el tamaño de los cortes permitió que todos probáramos de todo. Se notó que los pescados eran de primera calidad y la preparación, sencilla, pero en el punto preciso.

Para terminar, en los postres me equivoqué. Yo pedí uno que se llama Muñeca Brava, bien cargado al chocolate como es mi costumbre, y estaba normal, no malo pero tampoco especialmente rico. El premio se lo llevó el helado de mote con huesillo, simplemente genial! Me arrepiento de no haberlo pedido y si vuelvo al Azul Profundo, con seguridad ese será mi postre.

Para los que no lo conozcan, el Azul Profundo está en Bellavista, en la calle Constitución.

Primera parada: Fuente Alemana

Ha sido una semana agitada... y recién comienza el miércoles. Bueno, agitada pero muy positiva así que ha valido la pena.

Estos días he tenido amigos brasileños de visita en Santiago, por negocios, pero como buenos anfitriones que somos, con mi socio hemos tratado de lucirnos y llevarlos a comer a buenos lugares y en distintos barrios.

La primera salida fue apurada, uno de los visitantes llegó al aeropuerto tipo 2 de la tarde y teníamos reunión a eso de las 3, así que nos vinimos rápidamente a la oficina y bajamos a la Fuente Alemana de Pedro de Valdivia, que nos queda a un par de cuadras. Debo decir que mi amigo brasileño quedó impresionado. Se esperaba un buen sandwich, pero éste superó todas sus expectativas.

En realidad conozco hace tiempo la Fuente Alemana y es otro de los clásicos de Santiago. El lomito o churrasco italiano son los mejores de Santiago y para qué decir el tártaro! Si creo que lo único malo es que entre la una y las tres de la tarde es imposible entrar.

A buen entendedor, pocas palabras. Creo que la mayoría conoce la Fuente Alemana, así que... a enviciarse!!