martes, 24 de febrero de 2009

Una semana de vacaciones en Pucón

Hace 6 años que no iba a Pucón con mi familia. Salvo por la creciente cantidad de gente que hay en la ciudad y sus alrededores, es un lugar fantástico para vacacionar. Imposible aburrirse! Tienes naturaleza por todos lados, el volcán, el lago, termas y mil otros panoramas, que te aseguran entretención en días de sol o nublados.

Y esta semana de vacaciones tuvo de todo. Playa, sol, termas, emociones, relajo, comida... uffff!! Si incluso el agua del Lago Villarrica no se sentía tan helada como antes!!!

Pero vamos haciendo un recuento de lo más -y menos- destacable.

Mi primer domingo en la zona fue de relajo y tensión. Fuimos a las Termas de Coñaripe, a unas dos horas de Pucón, aprovechando el día nublado. Las termas en sí resultaron todo un agrado, con buena infraestructura, varias piscinas con agua a diferentes temperaturas, todo limpio y a un buen precio. El único problema es que el camino para llegar a las termas no es muy bueno. De hecho, en la tarde decidimos irnos un poco más temprano porque estaba comenzando a llover, lo que, sumado al pronto anochecer, no hacían el camino de lo más seguro. Y entonces comenzó el episodio más tenso y emotivo de las vacaciones...

En la Cuesta Los Añiques, a un par de kilómetros de las termas, nos encontramos con un tremendo accidente que había ocurrido hacía apenas unos minutos: un bus se había caído por la orilla del camino a un barranco de unos 10 metros. El bus llevaba unas 50 personas -incluso gente viajando de pie- e iba cargado incluso con una parrilla en el techo llena de cajas y maletas. Cuando llegamos unos pocos habían logrado salir por sus propios medios, mayormente los jóvenes, pero todavía quedaba dentro del bus toda la gente mayor y la gente lesionada. Sin pensarlo mucho, con un cuñado y un amigo que viajábamos juntos, nos metimos al barranco y junto con algunas otras personas comenzamos a sacar a la gente del bus y subirlos al camino. Arriba, otras personas les curaban las heridas y subían en algunas camionetas para llevarlos a la posta de Coñaripe. Terminamos exhaustos después de más de una hora de rescate, todos empapados y embarrados con la lluvia, pero por suerte no murió nadie en el accidente. Después nos enteramos que un mes antes, en la misma cuesta, murieron 4 personas en un accidente similar con un bus de turismo con adultos mayores.

Pero dejando a un lado las tragedias, vamos nuevamente a las termas, esta vez las Termas Geométricas, donde fuimos ya casi terminando las vacaciones. Son una maravilla, piscinas abiertas en un entorno completamente integrado con la naturaleza. Es una quebrada en cuyo final hay una cascada y donde construyeron piscinas adosadas a las paredes de la montaña, en ambos lados, con un rústico camino de madera que ondea entre ellas. Supuestamente el agua es 100% natural, sin ningún tipo de tratamiento, y está a diferentes temperaturas en las distintas piscinas. Mención aparte es la cafetería, pequeña y absolutamente rústica, donde sirven una pequeña variedad de platos, pero que se compensa completamente con lo sabrosos que resultan. Las Termas Geométricas están también en la zona de Coñaripe -no por la Cuesta Los Añiques- y si bien son un poco más caras, bien vale la pena visitarlas.

Siguiendo un poco con el tema de la comida, puedo contar de 3 restaurantes que visitamos en Pucón. El primero, la Pastelería Las Tres Ignacias, fue todo un fiasco. En realidad los pasteles y sandwiches no eran malos, pero fuimos motivados por las onces alemanas que promocionaban. Y la verdad, de alemanas no tenían nada. Abundancia, cero. Atención, pésima. Así que rápidamente pasemos al segundo restaurant: Pachamama. Ubicado en plena Avenida O'Higgins y cuya especialidad es el sushi, resultó ser una grata sorpresa. Uno realmente no espera encontrar buen sushi -sabroso, creativo, bien preparado y con buenos ingredientes- en un lugar como Pucón. Además, ahí conocimos la cerveza artesanal Grassau, de la zona de Villarrica, que resultó también una sabrosa sorpresa.

El tercer restaurant es el Estragón, por la calle Holzapfel, a una o dos cuadras de O'Higgins. Uno no se explica realmente cómo sobrevive porque cada noche habían apenas dos mesas ocupadas, pero supondremos que esas fueron malas noches excepcionales. El ambiente en todo caso se daba entretenido, con mesas en un sector y otro más como lounge, donde las especialidades eran las tapas y los tragos, donde destaca el notable mojito, preparado con yerbabuena traída directamente desde España, según la dueña, también española según dijo ella, pero que no se reflejaba mucho en su acento. En fin, el mojito estaba espectacular.

Y por último, la aventura que me va quedando (porque no vamos a hablar de ir a la playa en Pucón, que no tiene mayor gracia) es el canopy. Trancura es el destino en este caso. Se promociona como el más grande de Sudamérica y al menos parece serlo. Son varios tramos por los que uno se tira y donde la mayor emoción está cuando el cable está por sobre los 100 metros de altura. Sí, duele la guata cuando uno mira para abajo... Pero es sensacional.

Pucón es, en definitiva, un gran destino para las vacaciones. Hay miles de panoramas, como subir al volcán, canopy, rafting, cabalgatas, caminatas, sesiones de meditación y la playa, obviamente, entre muchos otros y para todos los gustos. Pueden ir los jóvenes que andan buscando carrete y las familias que andan buscando relajo. Se puede ir con un gran presupuesto y también con uno no tan grande (aunque, seamos sinceros, no es un destino barato). Por cierto, hay que decir que nosotros nos quedamos en el Condominio La Foresta, muy cerca de la playa, a pasos del centro (evita tomar el auto) y fue una excelente decisión. El condominio cuenta con muchas casas, de diversos tamaños, tiene buena infraestructura (piscina y cancha de tenis incluidas) y está muy bien cuidado, especialmente los jardines.

Para terminar, puedo decir que fui varias veces hace varios años atrás y, después de este reencuentro con Pucón, creo que seguirá siendo una de las primeras alternativas para vacacionar con toda mi familia dentro de Chile.

domingo, 1 de febrero de 2009

Bar Restaurant Opera Catedral

Este fin de semana vino mi madre a visitarnos. La invitamos porque la semana pasada estuvo de cumpleaños y no la pudimos ir a ver a su casa. Como corresponde, el sábado en la noche la llevamos a cenar. La idea era llevarla a algún lugar con onda, algo de estilo novedoso para ella y elegimos el Catedral.

El lugar tiene onda por donde se le mire, la tenue iluminación y los colores que se producen, las sillas de metal y cuero, la música, la terraza en la azotea y la exótica garzona haitiana, que te habla con un exquisito acento franco-caribeño.

Habíamos reservado en la terraza, porque todo el restaurant es para fumadores -quizás lo único significativo que no me gustó-, pero como corría un poco de viento preferimos bajar al salón del segundo piso (en el primer piso funciona el restaurant Opera, que también es muy bueno, pero eso será tema de otro post). Por cierto, siempre es conveniente reservar, porque a las 22.30 ya no quedaba ni una sola mesa disponible, y eso que este fin de semana era de recambio de vacaciones y había el doble de gente fuera de Santiago: los que estaban saliendo de vacaciones y los que estaban por volver.

Comenzamos, entonces, pidiendo de aperitivo Machas y Pulpo (que son un solo plato) con una botella de ensamblaje Santa Ema (Barrel Select, 60% Cabernet y 40% Merlot). Las machas a la parmesana eran deliciosas y el pulpo, si bien no estaba lo blando que uno desearía, estaba muy rico también. El vino, que nos acompañó durante toda la cena, complementaba muy bien, a pesar de sentirse un poquito ácido, me imagino que por la parte de merlot.

De fondo, mi mamá pidió una Corvina Catedral, que era como "a lo pobre gourmet". Una base de papas fritas -sabrosas y crujientes, pero evidentemente fritas en manteca- sobre la cual estaba el trozo de corvina, coronada con un huevo pochado con toques de merkén, todo acompañado con un poco de cebolla frita. Mi mujer, que, como siempre, se veía guapísima, comió el Rigatoni Maxi. No lo probé, pero la carta dice que está relleno con ricota atomatada y pasta de champiñones. Yo pedí el Filete con Risotto, donde el medallón de filete -que pedí preparado a tres cuartos y llegó más bien cocido- era acompañado por el risotto de higos secos y leche de coco. No podría decir que es un plato agridulce, pero resultó una combinación super entretenida, destacando que el risotto estaba bien preparado, cuando normalmente es un plato difícil de cocinar.

El postre decepcionó un poco. Mi mujer pidió el Crocante de Chocolate, relleno de almendras y avellanas. Debe haber estado rico, porque no es fanática del chocolate, especialmente en los postres, y lo saboreó todo. Nosotros nos arriesgamos con la crème brulée y perdimos. Tal como he contado antes, es uno de mis postres favoritos y le exijo harto. Esta, sin tener mal sabor, estuvo más cerca de reprobar que de aprobar: le faltó consistencia -muy líquida- y le faltó soplete al caramelo.

Finalmente, el café también me desilusionó. ¿Por qué cuesta tanto encontrar un buen café express? Es muy frecuente encontrar que sale un poco quemado (o a veces mucho). Este estaba solamente un poco quemado, pero lo suficiente para no sacarse un 7.

Pero la mala suerte con el postre y el café no empañan una cena que resultó tremendamente agradable, con comida sabrosa y bien preparada, y tuvimos la buena suerte de que había poca gente fumando a nuestro alrededor. La cuenta fue razonable para 3 personas, pero sin olvidar que no tomamos aperitivo y solo tomamos una botella de vino. Original fue que junto con la carta habitual del restaurant, nos entregaron un díptico con la carta de tragos "en crisis" donde originales tragos combinaban con originales nombres, como "Down Jones" y otros.

El sitio web www.operacatedral.cl es muy completo y ahí se puede ver la carta completa, un plano de ubicación e incluso la cartelera con algunos eventos que ahí se realizan.