domingo, 4 de enero de 2009

Restaurant Miraolas


Hace tiempo que no salía a cenar con mi esposa, y eso que nos encanta. Para ponernos un poco al día, fuimos al Restaurant & Marisquería Miraolas. En realidad yo ya había ido otra vez antes, hace un par de semanas, a celebrar los 50 años de un compañero de la oficina. Como me gustó, me pareció una buena alternativa para ir ahora, especialmente que a mi mujer le encantan los productos del mar.

Primer dato: reservar con anticipación. Por suerte lo hice, porque al llegar estaba bastante lleno. Parece que está de moda. De hecho el lugar es bastante apretado, o sea las mesas están bien cerca unas de otras, lo que hace que sea un poco incómodo y, por cierto, queda descartado inmediatamente para cualquier cita romántica.

Como plato de entrada comenzamos pidiendo, para compartir, una de las especialidades de la casa: pulpos a la gallega. El plato hace honor a su condición de "especialidad" porque estaba verdaderamente bien preparado (a la plancha, con mantequilla y algunas especias, acompañado con papas al vapor), con una textura y sabor que probablemente lo convirtieron en el mejor plato de la noche.

Desde la entrada acompañamos con vino, en esta ocasión un Veramonte Chardonnay, muy aromático y de gusto bastante frutoso, que resultó ser un muy buen compañero para el resto de la cena.

De fondo pedimos lenguado, pero con preparaciones diferentes. Yo, con alcaparras, y ella, a la mantequilla clarificada. Los dos acompañamos con champiñones y resultó un conjunto muy sabroso. Finalmente, el postre siempre es un asunto complicado, sobre todo cuando uno está en un restaurant que no conoce y, más encima, cuando le pregunta al garzón, éste responde que no hay ningún postre que se destaque... mmm... un poco a la suerte pedimos el panqueque -también para compartir- y nos fue bien. No tenía nada de nuevo, panqueque con manjar y helado, pero estaba bien hecho. Resultó notorio que el helado de vainilla era artesanal y, por cierto, muy sabroso.

Iré de nuevo? Es posible, pero me gustó más para almorzar con compañeros de oficina que para cenar con mi mujer. Es una cosa de ambiente más que nada, porque la cocina es buena.

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