lunes, 19 de mayo de 2008

El Café Vinilo en Valparaíso

Nuestros amigos Raúl y Tanya hicieron un breve alto en su viaje y antes de regresar a Miami pasaron a visitarnos en Santiago. El día domingo los llevamos a Valparaíso y Viña del Mar, donde nos topamos con un día nublado, casi comenzando a llover, pero afortunadamente no hacía mucho frío.

El paseo partió por Valparaíso, tomamos la Av. Alemania desde la Av. Francia y comenzamos a serpentear por los cerros de Valpo. La primera parada fue en La Sebastiana y después paramos en el Cerro Alegre para caminar por sus callecitas llenas de colores y tomar fotos a la bahía desde sus miradores. Y ahí nos encontró la hora de almuerzo.

Dimos algunas vueltas antes de encontrar el Café Vinilo, llamado así porque adentro el ambiente se musicaliza con nostálgicos discos de vinilo. Digo nostálgicos por el vinilo en sí, porque la música fue desde Sinatra hasta Silvio Rodríguez (a petición nuestra).

Este café-restaurant tiene como motivo la comida chilena, pero con una perspectiva gourmet. Cada día tienen un menú único y no carta, o sea, sencillamente se come el menú. Pero esto no es realmente un problema, de hecho hasta se agradece, porque la comida fue tan tan tan rica que, a sabiendas de lo rico que es, imagino que costaría mucho decidirse.

De hecho encontré (en realidad los cuatro comensales fuimos de la misma opinión) tan original la propuesta y tan bien lograda en los platos, que pedí que me escribieran el menú para poder transcribirlo aquí sin las faltas de una memoria atontada por los sabores. Veamos...

Entrada: Pebre de cochayuyo (sí, cochayuyo), cilantro y merquén sobre crutones a la oliva.

Fondo: Pangaso con salsa de tamarindos y leche de coco acompañado de chuchoca de piñones, tomates secos y orégano. Dos de nosotros probamos una alternativa a la chuchoca, que era un baba-ganoush (puré de berenjenas asadas con pasta de sésamo).

Postre: Mousse de tomates y piñones macerados con salsa de manjar casero, todo sobre una rebanada de manzana asada.

Todo esto acompañado por una botella de vino, Leyda Reserva Carmenère, muy rico y sentador con la comida. Para terminar, tomamos café expreso de Juan Valdés, que estaba muy bien preparado y fue el final justo.

Aparte de la comida, el lugar era muy agradable, pequeño pero acogedor, y decorado con cuadros que estaban disponibles para comprarlos, de hecho Raúl compró uno para llevarse a Miami.

En resumidas cuentas, no pudimos haber elegido mejor (o haber tenido mejor suerte). La comida es buena, la atención es amable y el lugar es agradable (no fumadores obviamente). Tal vez si tuviera que pedir que cambiaran algo, serían las ampolletas tradicionales por las de bajo consumo, no es gran cosa, cierto?

El Café Vinilo está en el Cerro Alegre, Valparaíso, en la calle Almirante Montt N° 448. Teléfonos 32-2230665 y 09-96891079. También en www.cafevinilo.cl


jueves, 15 de mayo de 2008

Bar Esquina

Ayer salí con mis amigos (y amigas) de la U. Nos vemos bastante seguido, pero hacía rato que no salíamos a un happy hour. Después de un par de malas experiencias en el Playback del Boulevard decidimos cambiar de barrio e ir a Vitacura. Las opciones iban entre El Barril, El Dublín, Mr. Jack y Esquina, pero finalmente nos decidimos por el Bar Esquina, que está en Vitacura con Las Tranqueras, justo donde antes estaba el Coppelia.

En realidad no hay mucho que decir sobre el Bar Esquina, porque no tiene nada de especial. La carta es sencilla, los tragos son los típicos y el happy hour tiene varias exclusiones, partiendo por todos los tragos sobre $3.500.

Llegamos como a las 20hrs y ya había una respetable cantidad de gente, pero habían mesas disponibles todavía. Después se llenó rápidamente y a las 22hrs ya había mucha gente de pie y esperando mesas, incluso las mesas de la terraza estaban llenas y hacía bastante frío!!

La atención al principio fue como esmerada, pero fue raro ver que cada vez que traía algo a la mesa lo hacía una persona distinta. También hay que decir que cada vez que pedimos algo la atención se hizo más lenta. Al final, una amiga que llegó más tarde que nosotros pidió una simple bebida y se demoraron unos 15 minutos en traerla. Con respecto a la atención también, no fue muy delicado cuando una de las garzonas se acercó a preguntarnos "cuánto rato más nos vamos a quedar porque hay gente esperando la mesa". Estábamos pagando la cuenta en ese momento, pero después de eso decidimos a propósito quedarnos un buen rato más. Ese rato no fue muy largo porque el humo de cigarro que llenaba el lugar se hizo insoportable, el local tenía cero ventilación.

Rescatable resultó la hamburguesa Esquina que comí, de buen tamaño y sabor. Convengamos que tampoco es como las hamburguesas del Mr. Jack, pero salvó la noche.

En resumen, lo mejor fue lejos ver a los amigos y pasar un buen rato conversando, poniéndose al día y riéndonos, pero con seguridad no volveremos a ir al Bar Esquina.